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«Decisiones políticas limitaron la intervención en Afganistán»

Entrevista al JEMAD en el periódico El Mundo
1 de septiembre de 2021

Pregunta.– ¿La vuelta al poder de los talibán pone en cuestión intervenciones militares tan largas, dos décadas, para la estabilización de un país?

Respuesta.– En efecto, no cabe duda de que lo ocurrido obliga a hacer una profunda reflexión. Para estabilizar un país hacen falta unas fuerzas de seguridad y unas fuerzas armadas que permitan al Gobierno establecer el orden. En Afganistán se partía de cero. Formar un ejército lleva tiempo. Pero es evidente que 20 años son demasiados. Tenemos que estudiar a fondo lo que ha sucedido porque el ejército afgano no ha combatido. No estaba mal dotado o mal adiestrado. Había logrado tener un buen nivel. Debemos conocer y analizar las causas por las que no llegaron a combatir. No sabemos qué pasó los últimos días, qué órdenes recibieron, qué hizo el Gobierno antes de huir. Pero sí tenemos que repensar la forma en la que se ha llevado a cabo el proceso de estabilización. Se han tomado decisiones de carácter político en el marco de la OTAN que han limitado la intervención.

P.– ¿A qué decisiones se refiere?

R.– En 2014 se hizo una reducción drástica del número de militares que estábamos desplegados. Por ejemplo, nosotros pasamos de tener 1.600 a una representación de poco más de un centenar. Se tienen que analizar los efectos de ese repliegue.

P.– ¿Y no es necesario introducir también en el debate elementos que no son estrictamente militares, como la corrupción sistémica del país, que no se ha logrado atajar?

R.– Es otra de las cuestiones que debemos estudiar: por qué no se han tomado las medidas para conseguirlo. A nivel militar ha existido un plan, derivado de las directivas políticas recibidas, y eso se ha cumplido. Quizás la estrategia que se ha utilizado a lo largo de estos años a alto nivel no parece que haya sido la apropiada, a la vista del resultado.

P.– ¿Cree usted que, con la decisión de la retirada, EEUU renuncia a ser el gendarme del mundo?

R.– Ésta es otra de las grandes preguntas. Debemos esperar para conocer la estrategia que realmente define la nueva Administración de EEUU. Cómo reacciona a esta nueva situación. Ya existe una competencia entre dos grandes potencias –EEUU y China–, que impide aplicar conceptos como ‘gendarme del mundo’. China ya es un poder con el que hay que contar. Todo el mundo occidental, EEUU, la UE... debe meditar qué queremos ser en el nuevo escenario mundial que se nos viene encima.

P.– ¿En qué medida la crisis de Afganistán decanta a favor de China esta pugna mundial?

R.– Todo depende de las medidas que adoptemos a partir de ahora. China ha impulsado su poder mundial sobre su condición de potencia económica. Pero también observamos que se está posicionando como una potencia militar espectacular. Aunque su política siempre ha sido defensiva, no cabe duda de que lo está haciendo por algo. Empieza a tener bases en puntos estratégicos del globo, lo que demuestra que quiere tener una influencia militar en este nuevo escenario mundial.

P.– Hay muchas voces que hablan de fracaso en la retirada, pero no hubo críticas cuando en abril la OTAN tomó la decisión. Y ya se apuntaba al riesgo de una victoria de los talibán.

R.– Ese riesgo se detectó, pero en abril no se pensaba en un abandono total de Afganistán. La idea era dejar una fuerza mínima para dar protección a las embajadas que iban a quedar en Kabul, mantener el control del aeropuerto y continuar con el apoyo militar a las fuerzas afganas desde el exterior.

P.– La crisis de Afganistán ha reavivado el debate de un ejército europeo. ¿Lo ve usted necesario para las labores de defensa de la UE?

R.– Si la UE quiere ser un actor con una cierta relevancia en el contexto internacional, tiene que tener una fuerza que apoye sus decisiones. Si no, no lo va a ser nunca. Es cierto que en temas de defensa la UE actualmente no se puede concebir de manera aislada. Mientras exista la Alianza Atlántica, lo que debe hacer es aportar una capacidad y una fuerza para que ese pilar europeo dentro de la OTAN sea mucho más potente. Pero como UE, en el caso de que EEUU o Canadá por sus intereses no estuvieran de acuerdo en alguna intervención, debería actuar de forma autónoma. Un escenario que actualmente no es posible porque la dependencia militar de EEUU es absoluta. Crear un ejército europeo significa tener una política exterior común, que todos compartan los mismos intereses. Ese salto político aún se debe conseguir. Pero sobre que Bruselas tiene que potenciar su capacidad militar, yo creo que no hay duda. Ese debe ser uno de los grandes debates consecuencia de lo que ha ocurrido en Afganistán.

P.– Y, militarmente, para España, ¿qué lecciones saca de la misión en Afganistán?

R.– Hemos cumplido con rigor y eficacia todo lo que nos han planteado. Hay una directriz política de la OTAN, que se traduce en un plan de operaciones. Nos encomendaron contribuir a la estabilidad y desarrollo de la provincia de Badghis. Se construyeron escuelas, un hospital provincial. Hasta que se tomó la decisión de retirarnos. Desde el punto de vista militar se cumplió con la misión que nos habían dado. ¿Era la correcta para lograr lo que se pretendía políticamente? Eso es lo que hay que estudiar.

P.– Me refiero también a cómo ha transformado al Ejército, ¿qué enseñanzas saca?

R.– Las enseñanzas que hemos obtenido de nuestra intervención en Afganistán son importantísimas. El gran avance militar, táctico y operacional de lucha contra insurgencia lo hemos aprendido allí. Toda nuestra evolución para combatir la insurgencia, que no es lo mismo que el terrorismo, procede de esa experiencia. Cómo defendernos de una situación que al principio nos sorprendió y nos causó bajas, como el empleo de artefactos explosivos improvisados, los famosos IED; las capacidades y el material militar que se ha generado ante ello. Ha sido muy importante, también para la formación de nuestros mandos. Para nuestras Fuerzas Armadas ha supuesto un aprendizaje  extraordinariamente útil para el futuro.

P.– ¿Es usted optimista con que el régimen talibán deje salir a los afganos que han trabajado estos años para España?

R.– Confío en que sea así. Han dado alguna señal de que lo permitirán. Pero lo mío es más esperanza que optimismo.

P.– ¿El mundo es menos seguro ahora con los talibán?

R.– Es otro foco más de inestabilidad. El mundo tiene ahora multitud de ellos. A la competencia entre las dos grandes potencias se suma el poder que han adquirido las organizaciones criminales de carácter transnacional. Los talibán están enfrentados al ISIS, que también tiene presencia en este país. Pero queda por saber qué relación pretenden establecer ahora con Al Qaeda. Que a una organización terrorista se le ofrezca un santuario para adiestrarse puede ser un peligro para la seguridad internacional.

P.– Como Jemad, ¿le preocupa la desestabilización en el norte de África, que puede suponer la rup- tura de relaciones diplomáticas entre Marruecos y Argelia?

R.– Por ahora sabemos que han roto relaciones, la desestabilización está por ver. Para cualquier país, por supuesto para España, cuanto más estables y más seguros sean los países que lo rodean, mejor. Evidentemente, la ruptura de relaciones no es una buena noticia. Es otro punto más de inestabilidad, que se añade a la situación del Sahel. Por eso hay que estabilizar esta zona, para que no afecte al norte de África.

P.– ¿España debe inquietarse ante la carrera armamentística de Marruecos?

R.– Marruecos tiene sus propios retos, amenazas y riesgos en África. Esta carrera armentística no está dirigida contra España.

P.– ¿Ha servido la evacuación de Afganistán para estrechar lazos con Estados Unidos?

R.– La relación con EEUU en el ámbito militar siempre ha sido buena. Pero estos días, el apoyo que se les ha dado con la autorización para poder usar Rota y Morón como puntos de llegada de sus colaboradores –que es una decisión política, no militar– supone una señal más de la buena relación que existe.

P.– Las encuestas apuntan a una alta valoración del Ejército, sobre todo tras su actuación frente al Covid, pero en cambio los ciudadanos son poco proclives a aumentar el gasto en defensa.

R.– Es una contradicción. Para poder actuar necesitas medios. Hemos evacuado a 2.206 personas de Afganistán y ha sido posible porque adquirimos los nuevos aviones A400M. Si esto pasa cuando teníamos los Hércules, no habríamos podido sacar ni a la mitad, por las características del avión, su capacidad de carga, su velocidad. Si se quiere tener unas Fuerzas Armadas que realmente respondan a las demandas de la sociedad actual y, sobre todo, a la ambición del papel que España quiere jugar en el mundo, deben existir recursos. Nuestro país cuenta con unas Fuerzas Armadas pequeñas. La única forma de ser eficientes es que nuestros medios sean tecnológicamente superiores a los de nuestros adversarios.

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