Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Teodoro E. López Calderón, atiende a ABC durante media hora vía telefónica. Son las primeras declaraciones que realiza un militar sobre el operativo de evacuación que tiene como objetivo sacar de Kabul a «entre 800 y mil personas». El almirante general subraya dos mensajes. El primero, destinado a los 110 militares y los 17 policías nacionales que se encuentran en Dubái y Kabul: «Quiero agradecerles su esfuerzo descomunal. Están haciendo un trabajo durísimo desde el primer minuto y Con un drama humano inmenso a escasos metros. Cada persona que sacan es una vida con futuro».
El segundo mensaje, sobre la misión:
«En todo en lo que esté en nuestras manos vamos a traer a todos los que absolutamente podamos, mientras que podamos y de la manera que podamos. Nuestra intención es no dejar a ningún colaborador afgano sin sacarle de allí».
—Almirante general, ¿qué últimas novedades le llegan desde el aeropuerto de Kabul donde parece que se complica el acceso para que puedan ser evacuados los colaboradores?
—La situación está complicada desde el inicio. Sigue habiendo una enorme masificación de personas alrededor del aeropuerto que dificulta muchísimo que nuestros colaboradores pue- dan llegar. A ello hay que sumar los ‘checkpoints’ establecidos por los talibanes. En las últimas 48 horas se ha agravado el problema de la cantidad de gente que se acumula y que impide el movimiento hacia las puertas del aeropuerto. Nuestra gente está 24 horas al día esperándoles, día y noche, en la puerta. En el momento que logran acercarse se comprueba que son personas que están en los listados y entran.
—Un papel como salvavidas...
—Claro. Un papel, una documentación expedida por la Embajada en la cual se les cita para que vayan a una puerta en unos márgenes de horarios. Luego estos horarios son difícil de cumplir. Pero si están en las listas, entran.
— ¿Y cuáles han sido los criterios para decidir qué colaboradores afganos vienen? ¿Y qué familiares pueden venir?
—Básicamente son personas que han colaborado con España durante los años que hemos estado allí en los diferentes organismos: Embajada, Agregaduría, fuerzas militares que desplegaron, aeropuerto... También hay personas que colaboraron con algunos organismos españoles y que corren un riesgo especial por la actividad que desarrollaron. Algunas han sido colaboradoras de ONG españolas que en su día trabajaron allí. Se estudia caso por caso. Y, en término medio, pueden venir familiares de primer grado. Sobre todo se trata de tener un cuidado muy especial con mujeres y niños.
— ¿Cuántas personas están en esos listados del Gobierno español?
—Es un goteo en el que todos los días aparecen unos pocos más. Son entre 800 y 1.000.
Probablemente, si esto se prolonga, haya alguno más. Evidentemente la gran masa de solicitudes llegó al principio.
—Se han visto imágenes de helicópteros alemanes en un aeropuerto, otros países tienen efectivos de operaciones especiales sobre el terreno... ¿España se podría preparar para participar en misiones de recogida de colaboradores fuera del aeropuerto de Kabul?
—Lo del helicóptero alemán no ha sido en Kabul, sino en otra ciudad. Ahora mismo, esta misión no se está haciendo. Hay dos misiones: dar seguridad al aeropuerto, evitando la penetración de gente del ISIS o talibán; y la otra misión es la de extraer a los colaboradores que lleguen al aeropuerto y traerlos a España. No nos han pedido colaborar en la misión de ofrecer seguridad al aeropuerto [se encargan militares que ya se encontraban ahí y el refuerzo de marines que EE.UU. ha enviado] ni tampoco hay misiones de combate.
—Los GEO de la Policía Nacional y agentes del CNI están jugando un papel fuera de la base...
—No, en absoluto. Fuera de la base no está actuando nadie. Las fuerzas norteamericanas, inglesas y otros países que aún tienen fuerzas allí han establecido una zona de seguridad que afecta al aeropuerto de Kabul y a la Zona Verde. Ya está. En el resto no se actúa.
— ¿Ha habido fricción con los talibanes en el aeropuerto de Kabul?
—No, no ha habido.
— ¿Cómo se organizó el operativo para esta misión de recogida del personal de la Embajada y colaboradores?
—Cuando empezamos a ver que la progresión talibán era mucho más rápida de lo que podíamos intuir, que fue a principios de este mes, empezamos a hacer un planeamiento por prudencia. Luego vimos que se iba a hacer realidad. Entonces se empezó a trabajar en el planeamiento a principios del mes de agosto. En paralelo se empezaron a rescatar datos de colaboradores que estuvieron apoyando a las Fuerzas Armadas españolas durante el tiempo que estuvimos allí. El día 10 se formó un grupo de trabajo, que ahora mismo está presidido por el ministro de la Presidencia, y donde participan todos los ministerios implicados en este trabajo.
— ¿No hubo oportunidad de volar directamente a Kabul?
—Al principio se pensó en volar directamente a Kabul pero cuando se prohibieron los vuelos civiles no tuvimos más remedio que buscar un punto desde donde hacer un puente aéreo hacia Kabul. Dubái nos aceptó. Y allí es donde tenemos nuestros aviones listos para volar siempre que tengamos una ventana que nos asignan para aterrizar. La demanda es altísima. Nos la están dando por la noche. Por ejemplo esta noche [por ayer] habrá otro vuelo. La otra parte del operativo es trasladarlos de Dubái a Torrejón. Primero lo hicimos con nuestros aviones A400 pero a partir de ahora lo haremos con aviones contratados a Air Europa.
— ¿Será una operación larga?
—No tenemos una estimación de tiempo porque es imposible saber cómo se van a desarrollar los acontecimientos de un día para otro y, casi casi, de una hora para otra. Pero, desde luego, mientras quede gente que nos lo ha solicitado y EE.UU. esté allí, dando la protección necesaria para hacer las operaciones de vuelo y la entrada en el aeropuerto, seguiremos haciéndolo. Nuestra meta es traer y salvar cuantas vidas y familias hayan tenido relación con nosotros.
—En los primeros días hubo críticas sobre una lentitud en aterrizar en Kabul. ¿Qué tiene que decir?
—No tienen sentido esas críticas. Allí hay países como Reino Unido o Alemania que tenían fuerzas presentes. Ellos ya tenían el operativo. España ha tenido que desplegarlo desde cero [los últimos soldados españoles regresaron en mayo]. Además, hemos tenido que conseguir las autorizaciones diplomáticas para poder utilizar el aeródromo de Dubái o todas las autorizaciones de sobrevuelo, y eso lleva su tiempo. Creo que se ha hecho en un tiempo absolutamente récord teniendo en cuenta que allí no había presencia militar española. ¿Los que tenían pudieron actuar un poco antes? Pues sí, pero estamos hablando de 24 horas de diferencia. Si se dice que hemos tardado es porque no se conoce el detalle de la dificultad de hacer un despliegue de este tipo.
— ¿Cuántos militares están involucrados en esta operación?
—Entre Kabul y Dubái tenemos 110 militares. El peso específico lo tiene el Ejército del Aire, por las tripulaciones del Ala 31 (vuelo y mantenimiento) pero el EADA (Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo) tiene un papel importantísimo en la terminal de Dubái y con la Policía Nacional en Kabul en la misión dedicada a la gestión de la entrada de los afganos en el aeropuerto. Hay también una unidad Cimic del Regimiento de Operaciones de Información número 1 del Ejército de Tierra y una unidad sanitaria (Umaer). A ellos hay que su- mar los 17 policías allí. Con todos ellos se está gestionando.
—España perdió 102 vidas en la guerra de Afganistán y dos traductores también fallecieron. Unos 27.100 militares pasaron por escenarios como Badghis, Herat, Kabul o Mazar i Shariff. ¿Mereció la pena?
—Hablo sobre las Fuerzas Armadas. Los militares que fueron allí lo hicieron para cumplir una misión concreta que se les asignó en los planes de operaciones respectivos. Creo que es evidente que esas fuerzas cumplieron con la misión de una manera completa, con una enorme eficacia y demostrando –ahí están las 102 muertes, los heridos y mutilados, que también hay que tenerlos en cuenta– un espíritu de sacrificio que hizo que cumpliéramos la misión, tal y como se nos ordenó durante 20 años. ¿Sobre el resultado final? Es una cuestión ajena a la parte militar. Es una cuestión de carácter político y diplomático que no voy a evaluar, claro.
—Pero algo se tuvo que hacer mal durante estos últimos 20 años...
—No quiero entrar en evaluaciones que no me corresponden. Lo que sí digo es que cumplimos todas las misiones. Y hemos cumplido las órdenes que nos han dado.
— ¿Cómo es posible que se derrumbase de tal manera el Ejército afgano? En tan solo once días...
—Es otro tema que hay que estudiar en detalle. Pues se pueden hacer valoraciones rápidas y sin matiz. Creo que es evidente que hay que conocer qué es lo que ha pasado. Habría que saber qué órdenes recibió el Ejército afgano, cómo se han desarrollado estos días y ver las causas de fondo. Lo que sí tengo que reconocer es que no lo habíamos evaluado así. El Ejército afgano contaba con formación, preparación y capacidades militares. Por ello lo acontecido no tiene una explicación fácil. Salvo que haya algo que tengamos que analizar.
— ¿No se podía haber avanzado algo la salida de los colaboradores teniendo en cuenta que los talibanes comenzaron su ofensiva en mayo?
—Repito, los cálculos que todos los países habíamos hecho es que esto no iba a ocurrir a la velocidad que se ha producido.
— ¿Hubo precipitación de Estados Unidos?
—No me corresponde a mí comentarlo.
—Hay una operación parecida en Irak: allí también se entrena a su ejército y se le está dotando de material, armamento y vehículos. ¿Se extrapolarán lecciones?
—Desde Afganistán hay que extraer lecciones aprendidas para todas las misiones. Analizarla críticamente. Lo bueno y malo. Ahora bien, Irak no es una situación similar. Son dos escenarios muy distintos. En Afganistán, se creó un Ejército cuasi de cero. Las tensiones internas también son distintas. Eso sí, hay que analizar la misión en Afganistán a todos los niveles.
—La victoria de los talibanes en Afganistán tendrá consecuencias en otros escenarios. Se habla ya de que espoleará la moral de grupos yihadistas en otros escenarios. Por ejemplo, Malí, donde España juega un papel importante. ¿Le preocupa?
—Los efectos de todo esto están por ver. Pero evidentemente puede tener consecuencias en muchos otros escenarios por una cierta debilidad en la capacidad de disuasión. Pero hacer una extrapolación directa puede llevar a errores.
—Esa entrada de familias afganas en un avión A400M del Ejército del Aire forma parte ya de la ‘marca España’...
—Ahora no estoy pensando si es ‘marca España’ pero sí es cierto que es marca del pueblo español, que es solidario. Y nosotros, que formamos parte de él, también lo somos. Somos solidarios por la educación que recibimos en nuestras casas.
Crisis en Afganistán // Entrevista al Jemad
ABC SÁBADO, 21 DE AGOSTO DE 2021
«Nuestra intención es no dejar a ningún colaborador afgano sin sacarle de allí»PDF - 330.95 KB