El joven es un antiguo estudiante del colegio “Calasanz”, al que la unidad presta colaboración habitualmente.
El 21º Destacamento Aerotáctico (DAT) “Mamba” ha prestado asistencia médica a un joven de 24 años afectado por graves quemaduras.
La petición de asistencia vino del director del colegio San José de Calasanz de Libreville (Gabón), con el que el destacamento colabora a través de donaciones y charlas para los alumnos de niveles superiores. El Padre Luis Martín Nieto trasladó al personal español su inquietud por un antiguo alumno del centro que sufría quemaduras de 2º y 3er grado y que no había experimentado ninguna mejora en varios meses debido a las deficientes condiciones sanitarias de la zona.
El joven, con quemaduras en el 15 % de su cuerpo y con pérdida de masa muscular en ambas piernas, ha permanecido postrado en un sofá durante más de un año.
Por mediación del e quipo de Sanidad del relevo anterior, se le aplicaron en un hospital los protocolos para estos casos durante 15 días, pero las condiciones sanitarias y la climatología ecuatorial no han favorecido la recuperación la posibilidad de un empeoramiento en el pronóstico del enfermo era cada vez mayor.
Ante esta situación, el jefe del contingente ofreció la colaboración del Destacamento para volver a valorar al afectado y proponer una alternativa viable de tratamiento y seguimiento. Para ello, el equipo sanitario, acompañado por el Padre Luis, se desplazó a la vivienda del joven, una chabola en el fondo de una escarpada hondonada, y procedió a realizar una primera valoración y la limpieza de las heridas.
El capitán enfermero, apoyado por la cabo auxiliar sanitaria, procede minuciosamente a eliminar las zonas afectadas de tejido muerto que impedían la regeneración de los bordes de las heridas y su sanación, terminando con un cepillado quirúrgico de la quemadura, un procedimiento lento y doloroso para el que se requirió la sedación previa del joven, según la prescripción de la comandante médico, que supervisó en todo momento el estado del paciente. Tras casi una hora, se da por concluida la cura, con un buen pronóstico de recuperación.
Después de tres semanas de curas y cuidados diarios por la familia, asesorada por el equipo de sanidad del Destacamento, el joven consigue incorporarse del sofá, lo que supone un gran paso en su recuperación, dirigida a la recuperación de la movilidad.
Cuando en estas circunstancias se ve la felicidad en el rostro de una familia que ha sufrido durante meses y la esperanza en la cara del joven, el sentimiento de “satisfacción del deber cumplido” de un militar cobra todo su valor a través del trabajo en equipo bien hecho.